A P.
Agotado de pedir tragos para dos comencé a pedirlos para uno. La tasca maloliente y atiborrada de soledades me desesperó. Salí, me aspiré un ánimo en polvo y regresé. Pedí otro trago. La euforia cesó. Me encontré insobornablemente solo y le dije Te llevo a casa. Hubo una noche y no otra, esa noche, sin camas, sin aspiraciones de ánimos en sus nalgas, sin madrugadas. Esa noche en mi volskwagen sus ojos amarillos, silentes, improbables como su decisión, como su deseo, me miraron y se burlaron de mi agonía. Le recité mis abismos y mis escombros; le conté que una vez -no esa noche, aunque ha podido serlo- se quebró mi voluntad y el hastío no me permite desde entonces desayunar; le reclamé su edad y maldije la mía, me dijo marico y la desee aun más. Esa noche, y no otra noche de esas sin lunas y sin ruinas, le dije Bájate porque te amo.
2 comentarios:
Escribes realmente bien.Saludos desde mi mundo
Estimado Leinad22,
Gracias por visitar el blog de esta redacción fantasma. Haremos llegar al autor de este post desangrado tu comentario.
Buena suerte.
2021.
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