
Oscuro, son tus más brillantes visiones el Logos y el Devenir. Eres el primero de los nuestros, Heráclito, hijo de Blosón de Éfeso. Logos y Devenir, Literatura y Desplazamiento. No entendieron tu sutil sistema de enseñanzas, todo lo que no les era llano, lo que no les era accesorio, lo que no pasaba frente a sus narices, les era motivo de risas y caras torcidas. Aristóteles en un ataque de braguetismo dijo de tu más famosa sentencia: “Heráclito, mira cómo me baño dos veces en el mismo río y cómo, tristemente, seré siempre el mismo Aristóteles hasta que me muera ", como si fuera un guapetón de barrio, como si fuera un cerdo, como si fuera un plebeyo. Cuan distinto a ti que eras toda nobleza, toda aristocracia, toda virtud, pues no sabían ellos que para mirar al Logos y planear sobre el Devenir hay que ser Aristeia en la más elaborada de sus formas, hay que ser todo forja y joyería de uno mismo, todo misterio y elegancia: hay que ser un dandi. Alguien a quien nadie entiende, pero que todos admiran en silencio. Por eso te negaste a redactar leyes a los efesios y siempre hablaste en enigmas pues ¿cómo hablan los dioses a los hombres sino en lenguas cifradas, en códigos para iniciados?. Solo tú podías despreciar el tufo a modernidad y cartesianismo que ya subía de tus contemporáneos en Grecia cuando sentenciaste «El conocimiento de muchas cosas no enseña a tener inteligencia, pues, de ser así, hubiera enseñado a Hesíodo, a Pitágoras y hasta a Jenófanes y Hecateo”. El satírico alejandrino te denominó El Oscuro de Éfeso, y hasta ahora retumban en nuestros oídos las palabras de tu máxima: “Todas las cosas fluyen”. Todo es eterno cambio, y nosotros nunca seremos identidad, solo un constante Devenir. Todo está en decidido desplazamiento. Un desplazamiento hacia la Nada y vigilado por el Logos. Solo si eras iniciado en las escuelas herméticas, en los conocimientos egipcios u asirios, ó si eras un verdadero genio como tú se podía llegar a semejantes conclusiones. Nos enseñas que todas las cosas no son sino que están siendo constantemente y sin detenerse, haciendo palidecer a los racionalistas, a los semaneros de las ideas como Sócrates, Platón, y Aristóteles, o llevando a decir a tu hijastro Cioran: “Desde hace años, mi único propósito se reduce a esto: no agitarme más. Vivir sin agitación y casi sin acto. Para Heráclito el mundo estaba "eternamente vivo". Mi designio: existir al margen de ese "fuego eternamente vivo". Fuera de esa ebullición cósmica. El imperativo de enfriarse.” . No hablas del hombre y sus circunstancias, note interesan los catastros accesorios de conceptos mundanos, ni te importa la historia de la Hélade, solo nos señalas la Totalidad, y al bajar los ojos vemos el abismo. Diógenes Laercio te atribuye la escritura de un libro que no es realmente tuyo y con un título más bien ñoño: Sobre la naturaleza, otro intento de reducirte a una suerte de idiota pastoril. No entendieron que la mejor literatura es la que tiende a desaparecer, la que se hace eco y movimiento puro. Haces del aforismo un arte del ocultamiento, y del oráculo un género de lo inaprensible. Eres un escritor del No, un ausente de las mesas redondas, un ágrafo, un catalán anacoreta, un fotógrafo voyerista, un editor autoexiliado, un esgrimista de la Nada. Eres un viajero del desvanecer. Como decía Lao Tze:
El estudioso crece día a día;
quien practica el Tao mengua día a día;
mengua y mengua
hasta llegar al no-actuar
y como no actúa nada hay que deje de hacer.
Tu muerte el más diáfano de los mensajes es solo un recordatorio de nuestro destino. Una definición de la Ciencia y Las Letras, es decir una inmersión taxativa Sobre la Naturaleza. Esa tarde cuando caminaste hacia las porquerizas, en que abrazaste a los cerditos, y seguro les obsequiaste alguna frase brillante a los odios, trajiste a vuelta eso de que somos puro cuento, seres sin importancia. Pura Ficción. Pura Mierda. De cerdos.
El estudioso crece día a día;
quien practica el Tao mengua día a día;
mengua y mengua
hasta llegar al no-actuar
y como no actúa nada hay que deje de hacer.
Tu muerte el más diáfano de los mensajes es solo un recordatorio de nuestro destino. Una definición de la Ciencia y Las Letras, es decir una inmersión taxativa Sobre la Naturaleza. Esa tarde cuando caminaste hacia las porquerizas, en que abrazaste a los cerditos, y seguro les obsequiaste alguna frase brillante a los odios, trajiste a vuelta eso de que somos puro cuento, seres sin importancia. Pura Ficción. Pura Mierda. De cerdos.
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