
Gael García Bernal es Rímini. Cuesta imaginarlo. Al rato te acostumbras. Una actriz argentina que no conozco, con una tremenda nariz, es Sofía. Cuesta un poco más. También lo superas. Jeremy Riltse, fundador del sick art, es sustituido por Gustav Klimt, que ni siquiera puede considerarse el fundador del Art Nouveau de Viena. No me convence. De acuerdo, es una película y como tal no puede abarcar todo EL PASADO. Se queda en la superficie, en las vorágines en las que entramos cuando abandonamos o nos abandonan. Las parejas no se separan. Hector Babenco lo sabe. Lo que no sabe es cómo trasladar a la pantalla unas líneas como éstas: “El drama de todo celópata: secuestra a su objeto de amor y lo confisca del mundo, pero en la soledad del cautiverio, como un coleccionista demente, lo embellece con un escrúpulo y una paciencia de taxidermista, de modo que al final, cuando el trabajo está listo y el objeto del amor es por fin la muñeca deslumbrante y perfecta que el celópata siempre quiso que fuera, el objeto de amor termina de lavarse los dientes, se ata los cordones de sus zapatos, acaba su taza de café, besa al celópata y, para su estupefacción, sale al mundo –y sale bello, irresistible, rejuvenecido, como si la devoción, los cuidados maniáticos y todo aquello en que el celópata confiaba para asegurarse su propiedad exclusiva, ahora sólo le garantizaran que pronto, muy pronto, lo perderá.” Grande ese Alan Pauls.
1 comentario:
demasiado grande para una pelicula tan pobre.
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