
Visito la Casa Azul, la casa de Frida Kahlo y Diego Rivera. Mejor le hubiera quedado el rojo a tanto fervor revolucionario. Muchas fotos, libros, cartas y algunos viejos periódicos… como EL MACHETE. El Machete, se aclara en la portada, sirve para cortar la caña, para abrir las veredas en los bosques umbríos, decapitar culebras, tronchar toda cizaña y humillar la soberbia de los ricos impíos. ¡Avisados quedáis! Ociosos turistas y ruidosos estudiantes hacen incómoda la visita. En la Casa de León Trotsky, a pocas cuadras, el ambiente es otro. Atmósfera sombría, austera, revolucionaria. Apenas dos turistas gringos recorren la casa con fuertes exclamaciones de asombro frente a los agujeros de balas del primer intento de asesinato que, insólitamente, lo lideró un pintor. Nuevamente la oz y el martillo. No paso un día en Mexico sin verla. El lunes la enarbolan un grupo de manifestantes en Morelia, el martes preside una tienda de artesanías en Páztcuaro, el miércoles en la librería Lamm, hoy ondea en el jardín donde reposan las cenizas de uno de los hombres más perseguidos de la historia. Órale. ¡Viva la revolución!

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