Al mezcal hay que acercársele como a una mujer, poco a poco, seduciéndolo. Lo comenta Patricia Mendoza, fundadora del Centro de la Imagen e invitada esta noche en la Perrera, la casa de Gaby, nuestra anfitriona en Oaxaca, que es también un espacio de creación donde un día se organizan perfomances y otro se filman películas y casi siempre se bebe mezcal. Lo bueno del mezcal es que te mantiene en un leve estado de embriaguez sin llegar a emborracharte. Ligeramente alucinatorio, es ya una de mis bebidas favoritas. Acompaña bien a los oráculos poéticos y combina con las bodas artísticas y los antifaces literarios. Bajo los efectos del mezcal escribió Malcolm Lowry una de las mejores novelas del siglo XX: "Bajo el volcán", un libro que trata de manera magistral sobre las formas en que la culpa, el "peso del pasado" agobia al espíritu humano. No me sorprende que el oráculo me responda con estos versos: “la memoria echa sus cartas en un lento ritual siempre incompleto”.
miércoles, 19 de diciembre de 2007
Oaxaca
Al mezcal hay que acercársele como a una mujer, poco a poco, seduciéndolo. Lo comenta Patricia Mendoza, fundadora del Centro de la Imagen e invitada esta noche en la Perrera, la casa de Gaby, nuestra anfitriona en Oaxaca, que es también un espacio de creación donde un día se organizan perfomances y otro se filman películas y casi siempre se bebe mezcal. Lo bueno del mezcal es que te mantiene en un leve estado de embriaguez sin llegar a emborracharte. Ligeramente alucinatorio, es ya una de mis bebidas favoritas. Acompaña bien a los oráculos poéticos y combina con las bodas artísticas y los antifaces literarios. Bajo los efectos del mezcal escribió Malcolm Lowry una de las mejores novelas del siglo XX: "Bajo el volcán", un libro que trata de manera magistral sobre las formas en que la culpa, el "peso del pasado" agobia al espíritu humano. No me sorprende que el oráculo me responda con estos versos: “la memoria echa sus cartas en un lento ritual siempre incompleto”.
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