Viernes, 4pm: Desperté en una casa que no era la mía. Con una resaca. Terrible. Lo último que recuerdo de la noche anterior es el amanecer en el techo, la guitarra acústica y la botella de etiqueta negra que Marcel le robó al papá. ¡Qué hippies! ¡Qué asco!
En fin, me levanté del sofá en el que tan cómodamente había dormido. Tenía una sed maldita, la certeza de que era tardísimo y de que tenía que hacer miles de cosas. Tomé agua directo de la botella, busqué mi celular e hice un par de llamadas. Tenía ensayo en 15 minutos.
Obviamente llegué tarde, canté como una urraca y cuando llegué a mi casa sólo quería comer y dormir.
Eso hice.
Sábado, 10:17am: Desperté en mi casa, en mi cama, contenta, de buen humor y con ganas de hacer ejercicio. Llamé a los panas y nos fuimos para la montaña de La Boyera. Yo me llevé a Sugar, mi pitbull. Ramón se llevó a Damper, su terrier y empezando a subir nos encontramos con Diana Patricia que andaba con una maracucha burda de pana y con Scomb, el hermano de Sugar.
Joshua caminaba mas rápido que el resto. Yo caminaba a un paso como para no cansarme tan pronto y, mientras tanto, pensaba que el día estaba bien bonito, que nuestros perros eran bien bonitos, que mis amigos eran bien bonitos y que, definitivamente, debía liberar endorfinas con más frecuencia.
5:23pm: Vi a un tipo disfrazado de Spiderman caminando por la autopista y le grité: ¡Yeeeah! ¡Rock and roll!.
6:10pm: Llegamos a La Cigarra a probar sonido. Tocábamos por primera vez esa noche.
9:59pm: Ya estaba medio curda, y a partir de ese momento ya la hora y el tiempo no me importaba un carrizo. Todo pasó más bien demasiado rápido y cuando lo recuerdo lo veo como una película que se pone a retroceder sin antes darle a stop: Arturo tirado en el piso, Arturo grafitiándose las manos, la cabeza y la espalda, Arturo gritando papilomaaaaa, Arturo tomándose fondo blanco media de anís y un cuarto de ron, Arturo abrazando la botella de anis, Antonio y yo jugando frisbee en al jardín a las 4 de la mañana, Katherine jugando fútbol un poco antes, Román sacando más alcohol de no sé donde, todos ebrios llegando a casa de Román, todos borrachos saliendo del toque, confusión de palmaditas en la espalda, los cinco en la tarima vueltos mierda y tocando reggae con actitud de rockstars. ¡Qué desastre!
Domingo, 6:32pm: Desperté en una casa que no era la mía con una resaca terrible. A mi izquierda estaba Diana Patricia, a mi derecha estaba la maracucha burda de pana y las tres estábamos en el cuarto y la cama de Román. Él dormía en un sofá por ahí y al escucharnos se despertó y entró al cuarto riendo. Tenía millones de motivos para hacerlo así que no me molesté en preguntarle y simplemente reí también. Arturo seguía tirado por ahí en el piso y, al lado de él, otro par de personas que ninguno conocía.
7:20pm: La maracucha nos invitó a comer a la pizzería de su papá: ¡¡¿¿Tu papá es dueño de una pizzería??!! ¡Qué corone!
8:39pm: Nos comimos las mejores pizzas del mundo. La mía era de champiñones, jamón y extra de queso.
Lunes, 9:00am: Bajé a trotar con Peca al ritmo de The White Stripes.
12:16m: Román, La China y Max llegaron a mi casa. Tomaron fotos y les mostré la colección de botellas de whisky tamaño industrial que tiene mi abuelo en el bar. En estos días voy por una.
1:30pm: Nos fuimos a casa de Román. Ellos comieron hamburguesas; yo ya había almorzado y sólo comí un poco de ensalada. Estaba buena.
5:37pm: Llegamos a casa de Diana y tomaron más fotos divertidas. En una de ellas salgo saltando hacia una piscina vacía con el atardecer en el fondo. Todo bien bonito.
8:00pm: Llegamos de nuevo a casa de Román. Joshua apareció con una botella de ron: Fiestaaaaa. Tomamos ron, tocamos reggae y bailamos cumbia al ritmo de la clave de un cencerro que encontramos en el piso del estudio.
Martes, 1:47pm: No recuerdo que almorcé pero inmediatamente después mi mamá me dio la cola hasta casa de Román. Ya no quería ir allí ni ver a esa gente por un rato. Habíamos convivido demasiado y no quería odiarlos; que me cayeran mal. Pero tenía que ir a juro, pues con la plata que recaudamos en el toque podíamos pagar los servicios de un productor para grabar dos temas más. Eso hicimos. Nos tomó todo el día, pero lo logramos y quedaron tan deliciosos como la mermelada de guayaba en mis panquecas.
11:56pm: Con pijamas, arropada y calentita en mi cama, recordaba por episodios los cuatro días de asueto en los que todo el mundo se disfraza y se va de Caracas. Yo ni me fui ni me disfracé. Aunque también podría decir que si lo hice porque en algunos momentos no estaba y no era yo. Cerré los ojos y me quedé dormida. Tuve unas pesadillas terribles.
En fin, me levanté del sofá en el que tan cómodamente había dormido. Tenía una sed maldita, la certeza de que era tardísimo y de que tenía que hacer miles de cosas. Tomé agua directo de la botella, busqué mi celular e hice un par de llamadas. Tenía ensayo en 15 minutos.
Obviamente llegué tarde, canté como una urraca y cuando llegué a mi casa sólo quería comer y dormir.
Eso hice.
Sábado, 10:17am: Desperté en mi casa, en mi cama, contenta, de buen humor y con ganas de hacer ejercicio. Llamé a los panas y nos fuimos para la montaña de La Boyera. Yo me llevé a Sugar, mi pitbull. Ramón se llevó a Damper, su terrier y empezando a subir nos encontramos con Diana Patricia que andaba con una maracucha burda de pana y con Scomb, el hermano de Sugar.
Joshua caminaba mas rápido que el resto. Yo caminaba a un paso como para no cansarme tan pronto y, mientras tanto, pensaba que el día estaba bien bonito, que nuestros perros eran bien bonitos, que mis amigos eran bien bonitos y que, definitivamente, debía liberar endorfinas con más frecuencia.
5:23pm: Vi a un tipo disfrazado de Spiderman caminando por la autopista y le grité: ¡Yeeeah! ¡Rock and roll!.
6:10pm: Llegamos a La Cigarra a probar sonido. Tocábamos por primera vez esa noche.
9:59pm: Ya estaba medio curda, y a partir de ese momento ya la hora y el tiempo no me importaba un carrizo. Todo pasó más bien demasiado rápido y cuando lo recuerdo lo veo como una película que se pone a retroceder sin antes darle a stop: Arturo tirado en el piso, Arturo grafitiándose las manos, la cabeza y la espalda, Arturo gritando papilomaaaaa, Arturo tomándose fondo blanco media de anís y un cuarto de ron, Arturo abrazando la botella de anis, Antonio y yo jugando frisbee en al jardín a las 4 de la mañana, Katherine jugando fútbol un poco antes, Román sacando más alcohol de no sé donde, todos ebrios llegando a casa de Román, todos borrachos saliendo del toque, confusión de palmaditas en la espalda, los cinco en la tarima vueltos mierda y tocando reggae con actitud de rockstars. ¡Qué desastre!
Domingo, 6:32pm: Desperté en una casa que no era la mía con una resaca terrible. A mi izquierda estaba Diana Patricia, a mi derecha estaba la maracucha burda de pana y las tres estábamos en el cuarto y la cama de Román. Él dormía en un sofá por ahí y al escucharnos se despertó y entró al cuarto riendo. Tenía millones de motivos para hacerlo así que no me molesté en preguntarle y simplemente reí también. Arturo seguía tirado por ahí en el piso y, al lado de él, otro par de personas que ninguno conocía.
7:20pm: La maracucha nos invitó a comer a la pizzería de su papá: ¡¡¿¿Tu papá es dueño de una pizzería??!! ¡Qué corone!
8:39pm: Nos comimos las mejores pizzas del mundo. La mía era de champiñones, jamón y extra de queso.
Lunes, 9:00am: Bajé a trotar con Peca al ritmo de The White Stripes.
12:16m: Román, La China y Max llegaron a mi casa. Tomaron fotos y les mostré la colección de botellas de whisky tamaño industrial que tiene mi abuelo en el bar. En estos días voy por una.
1:30pm: Nos fuimos a casa de Román. Ellos comieron hamburguesas; yo ya había almorzado y sólo comí un poco de ensalada. Estaba buena.
5:37pm: Llegamos a casa de Diana y tomaron más fotos divertidas. En una de ellas salgo saltando hacia una piscina vacía con el atardecer en el fondo. Todo bien bonito.
8:00pm: Llegamos de nuevo a casa de Román. Joshua apareció con una botella de ron: Fiestaaaaa. Tomamos ron, tocamos reggae y bailamos cumbia al ritmo de la clave de un cencerro que encontramos en el piso del estudio.
Martes, 1:47pm: No recuerdo que almorcé pero inmediatamente después mi mamá me dio la cola hasta casa de Román. Ya no quería ir allí ni ver a esa gente por un rato. Habíamos convivido demasiado y no quería odiarlos; que me cayeran mal. Pero tenía que ir a juro, pues con la plata que recaudamos en el toque podíamos pagar los servicios de un productor para grabar dos temas más. Eso hicimos. Nos tomó todo el día, pero lo logramos y quedaron tan deliciosos como la mermelada de guayaba en mis panquecas.
11:56pm: Con pijamas, arropada y calentita en mi cama, recordaba por episodios los cuatro días de asueto en los que todo el mundo se disfraza y se va de Caracas. Yo ni me fui ni me disfracé. Aunque también podría decir que si lo hice porque en algunos momentos no estaba y no era yo. Cerré los ojos y me quedé dormida. Tuve unas pesadillas terribles.
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