Bailar, reguetón es sencillo: es, sencillamente, fornicar. O sea, moverse como si estuvieras teniendo sexo. De hecho, la “lírica” de una de estas “músicas” dice “hagamos sexo con ropa” lo ven? Lo que pasa es que la gente es demasiado bruta como para darse cuenta de esos detalles, y eso que esa gente escucha esa mierda todos los días. El truco es la estilización por medio del baile, del ritmo. Seguir y moverse según el sonido. De lo que saca la siguiente fórmula:
Fingir que bailas + fingir que fornicas = zandungear = perrear = bailar reguetón.
Yo, fingiendo? Qué horror! Bailando reguetón me percaté que la gente se vacilaba el asunto. La tipa la tenía encima, restregándome su cuerpo. También, hay que saber pegarse, ni mucho, ni poco. Lo justo. El resto lo indica como se vayan dando las cosas. El baile de la mentira. El baile donde parece que tienes sexo pero no es así. El baile de gente que comparte cierta intimidad, pero no es así. El baile del goce, pero no es así. Pura farsa, puro engaño. Un juego de mentiras. Ahora tiene sentido que mi sinceridad haya llamado la atención de esta pana: quién es sincero, en un medio donde la mentira es la que da la nota?
Mientras pienso, noto que ella me tiene agarrada la mano. Yo se la agarro con más fuerza. La forma universal de indicar que estamos juntos. Decido que me voy acercar más a ella, ver si está interesada en algo más y por eso estrecho aún más nuestros cuerpos y bailo con más vigor y le susurro al oído “me gustas” y ella, bueno, se emociona, manifestándolo en un baile aún más trancado y nada y nos dimos un piquito y allí es hora de emigrar. Pero ella fue la que dejó de bailar, y con mi mano sujeta, salimos de donde todo el mundo estaba bailando. Había una puerta. La abrí y nos metimos en ese baño. Comenzamos a besarnos. No sé si por disimular o por continuar el juego, ella siguió imitando el baile. Yo la seguí. Pero comencé a acariciarla y meterle mano, por todas partes. Ella me besaba y aquello ya estaba listo.
Le subí la franela hasta descubrir sus senos y le desabroché el pantalón y metí mano en sus pantaletas, para comprobar que su sexo estaba bien caliente y húmedo. No sé en qué momento; pero ya ella me tenía en la misma situación, así que fui en busca de mi durex, que guardo en los bolsillos. Ella vio el preservativo, con cierta sorpresa, aunque también con calma. Ya ella sabía que este polvo era algo 100% seguro. En todos los sentidos.
El sexo dentro del baño fue algo hacinante. Incómodo, divertido. Tocaron la puerta; pero que se jodan. Y se jodieron tres veces. A luz apagada, la cosa se transformó en un torrente comunicativo de gemidos, exhalaciones rítmicas y sudores. Ella me mordía el cuello y pasaba mi lengua por el oído (ella ya había acabado) y me dijo que si tenía ganas y cuando le dije que sí (aunque en realidad no) comenzó a moverse con aún más fuerza y a susurrarme cosas y nada, me concentré y acabé sin mucho entusiasmo. 23 minutos duró aquello (y no es por alardear, pero tengo resistencia) y me parecieron más divertidos y placenteros los primeros 22 minutos. Nos arreglamos y ya nos sofocábamos así que comenzamos la operación de salir de allí.
La gente se dio cuenta de que había gente en el baño. Lo que hice fue abrir un poco la puerta y ver. Había gente tratando de ver, disimuladamente, quiénes estaban adentro. Pero con la luz apagada y en una fiesta… abrí un poco más la puerta y la tomé de la mano y salimos caminando como si nada y fuimos por unas cervezas.
“no quiero que pienses que soy una puta”
Me dijo ella. Se le notaban las ganas de llorar.
“mira, yo no pienso ese tipo de cosas de las mujeres. Cada bien hace con su vida lo que le parece. Lo que sí es que te agradezco que hayas querido hacerlo conmigo”
Tenía que hacerle este gesto. Cuál es el problema? Luego me preguntó si se lo contaría a mis amigos y yo le dije que como soy escritor, no tengo amigos
“ay chico, no seas loco. Tu eres pana”
Fue lo que ella dijo y nos reímos. Le dije que no hablaba de esas cosas, que en cambio; las escribía.
“o sea, vas a escribir sobre mi?”
Le dije que básicamente, sí, pero que no iba a poner su nombre y que iba a cambiar ciertas cosas. Le expliqué ciertas cosas al respecto a del oficio y ella se reía, no sé por qué, supongo que digo muchas cosas locas. Ella me dijo que se quería ir, así que salimos de la fiesta, esquivando a sus amistades. Por un momento pensé que ella lo hacía con la intención de escaparnos subrepticiamente a algún lugar donde seguiríamos dándonos pelea. Qué va! Salimos y me dijo que vivía a una cuadra de donde estábamos. La acompañé, siempre escoltado por mis cigarrillos. A ella le molesta el humo del cigarrillo.
“te molesta eso y no te molesta tener sexo con un desconocido?”
Ella me vio con la típica mirada de las mujeres cuando quieren decir “sí eres tontito!” y me dijo
“tu no eres un desconocido”
Y luego de eso, intercambiamos teléfonos y la dejé en la entrada de su casa y nos besamos. Al fin, un taxi apareció y me llevaría a mi hogar, para cerrar así la jugada. Pero no, había algo más. Resulta que me invitaron a otra fiestita, y la posibilidad de seguir bebiendo reanimó mi cuerpo ya adormecido. Al llegar, recordé que tenía 4 curdas guardadas en la concha, por lo que le indiqué al taxista la dirección.
Iba caminando por la 5 avenida de San Jacinto, bebiéndome ya la tercera, viendo los carros estacionados con gente adentro, otros afuera de los carros bebiendo, gente sin carro bebiendo, parejitas pasando por ahí, patotas caminando, patineteros y los ganyeros cuadrando todo. Me acercaba a la fiesta, justo cuando me tocaba cruzar la esquina para ir a la casa, una camioneta de esas que todo el mundo tiene, frenó en seco. Un chamo se bajó y vino en mi dirección y justo cuando iba a marcar la milla, soltó
“tu eres el mamaguevo que se cogió a mi novia en la fiesta en residencias el centro. No lo niegues, sé hombre!!!”
Y nada, ya supe que aquí venía coñaza, y este mariquito porqué me dijo esa vaina?
“bueno, chamo, la verdad, ese es mi peo”
Y bueno, se me vino encima y comenzó a pegarme verdaderos golpes de niña. Lo cómico era que los míos pasaban sin hacer contacto, y el tipo todo lo que me lanzaba, me lo conectaba. Mierda. Por fin, le metí una buena mano en la barriga, que le dolió y en ese momento me fui al ataque, pero de la camioneta salieron tres chamos más que continuaron con la parranda de coñazos que el chamo me daba.
Bajo ataque, rodeado, y superado en número, me defendía como podía, lanzando buenas manos, tratando de quedar uno contra uno, pero nada, se me venían sin importar que les pegara (y ya uno estaba sangrando) por lo que se hizo evidente que debía usar más potencia de fuego, y en ese momento me recordé que me había puesto mis Skechers Steel Toe.
Mi desventaja por fin quedó de lado. La punta de hierro me permitió abrirme paso. Al primero, una buena patada en la pantorrilla, que lo dejó neutralizado y le di el carajazo del siglo. Creo que le moví la mandíbula. Al otro, lo castigué en la ingle, aunque en realidad buscaba los genitales, de todas maneras, quedó KO. El tercero, que me estaba dando hasta por la cédula, recibió una patada en el estómago y se puso morado y un golpe lo mandó al piso, y el último ya tenía una botella en la mano, y yo en el suelo encontré un palo salvador y le lancé un palazo a la mano y logré tumbar y partir la botella. Acto seguido, cuando vio que le iba a meter el palo por la cabeza, se la cubrió y cambié la dirección, hacia sus costillas. Chao, muerto, toma lo tuyo, para que seas serio.
Al darme cuenta, llegué corriendo al edificio donde vivo, entré normalito, a pesar de que había llevado más palo que una gata ladrona. En estos momentos es donde me asusto, y me dio la crisis de pánico, me fumé 5 cigarrillos, caminé de un lado al otro y ya, me calmé. Lo cómico es que siempre me asusto después que me pasan las cosas.
Llegué a mi casa. Dormí. Al despertar, me puse a revisar el cel, viendo algún mensajito, orden de captura o amenaza de muerte. Nada. Animado, me fui al baño donde pude ver los moretones y de pana, me dieron una diabla. Pero no me jodieron, ahora, yo sí que voy a joder y luego de buscar mi café, busqué mi cel. Al encontrar el número de Jenny lo marqué casi sin articular pensamiento. Sin embargo, al final me jodieron y la que más me jodió fue la caraja esa (a las mujeres nunca les digo ni putas ni perras, a menos que sean esos sus trabajos) porque la respuesta que recibí por el celular fue
“disculpe, el número que ha marcado, no se encuentra asignado a ningún usuario…”
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