sábado, 20 de septiembre de 2008

Triciclo


En mi clase de la Estética de Hegel los jueves está pasando algo rarísimo, pues desde el inicio del seminario en abril me he venido dando cuenta que uno de mis compañeros, de origen persa, actúa un poco inusualmente. Ya el hecho que se llame Mutlu me ha parecido desde un principio curioso, pero suponiendo que mi curiosidad sea fonética, su asistencia semanal a clases debería al menos haberle llamado la atención a alguna otra persona, dado que no asiste individualmente al seminario como el resto de nosotros, sino en compañía de su avestruz Patno y de un gato, que no estoy seguro, pero creo que se llama Mrener.

Desde el primer encuentro Mutlu se mostró muy interesado en la discusión de la Filosofía de las Bellas Artes, de lo bello natural y artístico y del desdoblamiento del espíritu absoluto en la actividad recreativa del artista. Patno sienta desde entonces muy tranquilamente a su lado izquierdo, cerrando el espacio entre su plumaje y el costado de Mutlu y haciendo esquina en una de las mesas puestas en herradura. Mrener, por su parte, se ha ubicado asiduamente entre los dos, pero por su corta estatura descuella apenas de la mesa la parte superior de su rostro, que voltea atentamente en dirección del Prof. von Pfrät'mberg cuando discurre o de quien sea tenga la palabra en el momento, aún tratándose de Mutlu.

Quizás estéis dudando de mi credibilidad, pues qué grotesco es que un persa asista a un seminario de la estética de Hegel, acompañado de tan domesticados animales y qué absurdo es que ningún otro compañero, ni siquiera el Prof. Von Pfrät'mberg, haya manifestádose en contra, o a favor, de tan descabellada presencia. Y que la misma no haya interrumpido ni una sola vez la discusión semanal, Pues sí, pasa cada jueves, uno tras otro, y seguramente pasará las próximas tres sesiones que faltan para concluír el semestre.

La cosa es la siguiente: ni Patno ni Mrener han intervenido aún. Mutlu, por el contrario, pide a menudo la palabra y entreteje mordaces argumentos que provocan a la concurrencia al sed contra y al Prof. von Pfrät'mberg a intervenir y conciliar. Por este gusto de hablar y por la atención que presto a su discurso, es que me he dado cuenta que Patno y Mrener no están allí apenas en condición de oyentes, sino que al parecer, junto con Mutlu, tienen otro plan. Es el hecho, pues, que mientras Mutlu habla, me he fijado que Patno como que comienza a picotear sigilosamente y no deja de hacerlo hasta que aquél calla, momento en que éste interrumpe el picoteo. Ello me ha hecho pensar que en realidad es Patno el que se interesa por la Filosofía de las Bellas Artes, por lo bello natural y artístico y por el desdoblamiento del espíritu absoluto hegeliano en la actividad recreativa del artista, y que a guisa de ventrílocuo utiliza a Mutlu para traer a expresión sus reflexiones filosóficas y argüir sobre sus lecturas domésticas.

Pero sucede que el jueves pasado me he dado cuenta que mientras Mutlu interviene y Patno picotea, Mrener como que comienza a arquear las cejas moderadamente y repetidas veces, sin dejar de hacerlo hasta que Mutlu no haya cerrado su argumento y Patno su discreto pico; cosa que me hizo dudar de la mordacidad de Mutlu y de la superioridad de Patno, porque si en verdad es Mrener quien concibe aquello articulado por Patno y proferido por Mutlu y quien se vale de estos dos para debatir sus ideas en el seminario de estética, ha de ser, por lo tanto, un gato infinitamente perverso.

Sin embargo, ello fuese así si hoy no me hubiese fijado que mientras Mutlu departía con el Prof. Von Pfärt'mberg, que Patno llevaba a cabo su picoteo y Mrener su diabólico sube-y-baja de cejas, el mismo Mutlu a todas éstas le introducía su pulgar e índice izquierdos en la boca a Mrener halándole sutilmente su carrasposa lengua al mismo ritmo tres-por-cuatro en que éste arqueaba las cejas. Así es, Mutlu mismo es el motor de su motor, es causa inicial y causa última de su movimiento y generador de su trifásico discurso, al igual que Patno y que Mrener. Cada uno es dependiente de los otros dos y de sí mismo y cada uno es los otros dos y sí mismo. Es la mano, que dibuja la mano, que dibuja la mano.

Haber visto aquello ha impelídome a escribiros la rareza que os vengo describiendo. Pues si he visto correctamente, Mutlu, Patno y Mrener encierran un fenómeno loquísimo y su presencia es la trinidad absurda: hombre, pájaro y felino.

Mutlu, Patno y Mrener son trino y uno, digo, es uno, pero son tres, pero es uno.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Leo, eres tú el que escribes todo esto? Eres un compulsivo. Me dio hoy por revisarte.

Pura Ficción dijo...

María Valentina,


¿Quién es Leo? ¿Qué extraña razón te lleva a revisar a ese Sr.? ¿Por qué le acusas de compulsivo?

Gracias por visitarnos.