miércoles, 17 de septiembre de 2008

Boxeo de Sombras


Tengo un amigo que divide a los escritores en tres: esgrimistas, fajadores, y pegadores. Así, un esgrimista es J.M. Coetzee. Un fajador es Henry Miller. Un pegador es Kafka. Un esgrimista puede ser Juan Carlos Onetti, aunque liquide sus peleas en los primeros rounds. Y un fajador puede ser Alfred Jarry. Un pegador, en cambio, es total. Un pegador es Borges, un pegador es Dostoievski, un pegador es William Shakespeare, dice mi amigo, que conoce poco de boxeo y mucho de libros. Un esgrimista es, o puede ser, o pudo haber sido, William B. Yeats. Un fajador: Osvaldo Soriano. Un pegador: Juan Rulfo. Juan Rulfo es Rocky Marciano. No, Juan Rulfo es mejor que Rocky Marciano. ¿Quién es, entonces, Edgar Allan Poe? ¿Qué tipo de oscuro y perfecto boxeador sería? Si Luigi Pirandello fue el Nino Benvenutti de la creación literaria en su país (ganó 82, empató 1, perdió 7), Julio Cortázar podría ser una especie de Carlos Monzón en el suyo, o viceversa. Raymond Carver y Antón Chejov son únicos. Cada uno es el mandarriazo de Roberto Durán directo a la mandíbula. Son las manos de piedra alzándose en señal de victoria. Dylan Thomas es un fajador, Malcolm Lowry es un fajador, Charles Bukowsky es un fajador. Todos tienen el cerebro abollado y pierden antes de empezar a pelear, pero combaten como animales, ellos son el espectáculo. ¿Yasunari Kawabata? Le pregunto de repente a mi amigo, como para sacarlo de sí. Él piensa y hace un ademán con el dedo, se frota las manos. Es un esgrimista, me dice, un esgrimista sensacional. No sé, le respondo, nunca vi una pelea suya. ¿Qué más, qué me dices de los boxeadores de ahora? Kurt Vonnegut es un esgrimista comprometido. Mario Bellatin y Alejandro Zambra son las actuales promesas del boxeo esgrimista en Latinoamérica. Marchan invictos. Villoro es un buen fajador con un súper equipo de relacionistas públicos y Bolaño un pegador al que arrolló un auto. Como ves, sigue mi amigo, los pegadores nunca sobran, ellos aparecen de tanto en tanto para mantener vivo el deporte… ¿Y quién es Mohammed Alí? Lo interrumpo para ver si ya antes ha ensayado esta conversación, o al menos esta respuesta. Cervantes –y ahora me responde sin titubear– era tan bueno que peleaba con una sola mano. Mi amigo es gruero. Conduce una grúa. Asiste a los accidentados de las carreteras oscuras. Me dice que prefiere a las mujeres, pero que eso no quiere decir que le tema a los hombres. Mi amigo sufre de insomnio, por eso me llama en las noches, para conversar. Para hablar de libros, de viajes, del azar y de una tal Cecilia, que también es mi amiga. Mientras él habla, yo duermo. Mi amigo cree que su situación es circunstancial, pasajera. No sabe lo que le va a pasar. Pero yo sí.

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