
Ha publicado el blog de la 2021 un post para leer el inicio de La Revolución Palestina que escribiera Rodolfo Walsh en 1974. Buen juicio el del facultativo de la redacción.
El link lo vimos originalmente en el blog de Raúl Argemí, un escritor que quizá por argentino, o por vivir leyendo la prensa española, conserva propias su rabia y lucidez. También lo han "rebotado" Matías Lennie y Fernando Amato, entre otros desconocidos.
No sé mucho sobre la vida de Walsh, hablar de mi lectura es hacer un ejercicio agotador, muy difícil en estos momentos. Le he dicho a Duque: deberías leerte este libro, es más que un gran reportaje (me refería a Operación Masacre), además, escuché que el tipo es uno de los tantos desaparecidos de Videla, que murió defendiéndose a tiros y su cuerpo nunca apareció (como si disparar un arma y morir fuera sinónimo de escribir bien).
Operación Masacre reconstruye una matanza que hubo en los basurales de José León Suárez, en Buenos Aires, una hora y media antes de dictarse la ley marcial, la madrugada del 10 de junio de 1956. La brutalidad y la ilegalidad se mezclaron con la confusión y los errores propios de una brigada de fusilamiento, y al menos siete de doce presuntos condenados lograron escapar, algunos con heridas que más nunca iban a borrarse. No logro contextualizar en pocas líneas al autor, su trabajo y consecuencias, pero trataré (así que esto será, de aquí en adelante, ejercicio libre de sentimientos):
Lo de Walsh es periodismo preciso y, sobre todo, desgastante. Investiga para contar la historia de la represión de los invisibles y novelar la ofensa que el hombre lleva adentro; ese desconsuelo. Le pongo otra línea, aunque podría tener millones: Walsh redibuja la silueta de la dignidad cuando ha sido borroneada. Su verdad –que es la del hombre que averigua, interpreta y se anima– se desnuda a palabras simples, sin tanto bombo, con ideas comunes y poco ilusionadas.
Luego de este aplauso apasionado en forma de párrafo, otra intervención propia: tanta conciencia mata y eso, como hemos constatado, en nuestros tiempos y geografías puede resultar contraproducente. Aquí el asesino es aplaudido y no hay alertas posibles. Esa es la raíz de la violencia, o su resultado. ¿El logro de Walsh con Operación Masacre? Puede ser la sentencia que Osvaldo Bayer escribe en el prólogo de la edición que tengo en mis manos: "en esas pocas páginas está toda esa sociedad argentina que no dejó de gobernar nunca, están los uniformados pero también la justicia". También hemos constatado que esa sociedad, lasciva y soplona, se presta de país en país (¿o de nación en nación?) cada tantos lustros desde que los españoles llegaron a bailar su flamenco con los indios.
Me gustaría que alguien volviera a publicar Guerra Nuestra, le digo finalmente a Duque; lo he leído otra vez este fin de semana y es lo mejor que has hecho. No eres tan bueno como Walsh, pero eres bueno, o eras bueno. Lo que digo sale medio en serio, medio en broma, como se le habla a los amigos con cerebro y cojones. Él no dice nada, pregunta quién es Walsh. Yo creo que se hace el loco, que en el fondo él también es alguien que se anima.
Después de leer Operación Masacre, no dejo de preguntarme cuál sería la novela negra y policial de nuestra realidad urbana: Caracas, Venezuela, siglo XX y piquito del XXI. Ahí quedaron El Amparo, el 27 F, Vargas ahogada en su tragedia, el 11 A, la camioneta explotada de Danilo Anderson y un montoncito de fines de semana acuchillados, violados y robados por la mafia, en ese orden. Ahí queda esa serie de crónicas que agrupa sus archivos entre 1996 y 2000 y que espero darme el lujo de publicar más adelante, bajo algún probable sello editorial a mi nombre. Ahí está el esperpento periodístico que ha fabricado la política en la última década, y ahí están también los mismos años de este despropósito de país que –impune– sigue caminando feliz, altivo, militar, empoderado y caradura, con el culo rojo, por laderas de miseria.
Me puse denso. Supongo que eso produce la lectura de la investigación inapelable. Para salir, otra vez las palabras prestadas de Osvaldo Bayer, en honor al hombre que reconstruyó y escribió la Operación Masacre:
"Rodolfo Walsh no existe. Es sólo un personaje de ficción. El mejor personaje de la literatura argentina. Apenas un detective de una novela policial para pobres. Que no va a morir nunca".
El link lo vimos originalmente en el blog de Raúl Argemí, un escritor que quizá por argentino, o por vivir leyendo la prensa española, conserva propias su rabia y lucidez. También lo han "rebotado" Matías Lennie y Fernando Amato, entre otros desconocidos.
No sé mucho sobre la vida de Walsh, hablar de mi lectura es hacer un ejercicio agotador, muy difícil en estos momentos. Le he dicho a Duque: deberías leerte este libro, es más que un gran reportaje (me refería a Operación Masacre), además, escuché que el tipo es uno de los tantos desaparecidos de Videla, que murió defendiéndose a tiros y su cuerpo nunca apareció (como si disparar un arma y morir fuera sinónimo de escribir bien).
Operación Masacre reconstruye una matanza que hubo en los basurales de José León Suárez, en Buenos Aires, una hora y media antes de dictarse la ley marcial, la madrugada del 10 de junio de 1956. La brutalidad y la ilegalidad se mezclaron con la confusión y los errores propios de una brigada de fusilamiento, y al menos siete de doce presuntos condenados lograron escapar, algunos con heridas que más nunca iban a borrarse. No logro contextualizar en pocas líneas al autor, su trabajo y consecuencias, pero trataré (así que esto será, de aquí en adelante, ejercicio libre de sentimientos):
Lo de Walsh es periodismo preciso y, sobre todo, desgastante. Investiga para contar la historia de la represión de los invisibles y novelar la ofensa que el hombre lleva adentro; ese desconsuelo. Le pongo otra línea, aunque podría tener millones: Walsh redibuja la silueta de la dignidad cuando ha sido borroneada. Su verdad –que es la del hombre que averigua, interpreta y se anima– se desnuda a palabras simples, sin tanto bombo, con ideas comunes y poco ilusionadas.
Luego de este aplauso apasionado en forma de párrafo, otra intervención propia: tanta conciencia mata y eso, como hemos constatado, en nuestros tiempos y geografías puede resultar contraproducente. Aquí el asesino es aplaudido y no hay alertas posibles. Esa es la raíz de la violencia, o su resultado. ¿El logro de Walsh con Operación Masacre? Puede ser la sentencia que Osvaldo Bayer escribe en el prólogo de la edición que tengo en mis manos: "en esas pocas páginas está toda esa sociedad argentina que no dejó de gobernar nunca, están los uniformados pero también la justicia". También hemos constatado que esa sociedad, lasciva y soplona, se presta de país en país (¿o de nación en nación?) cada tantos lustros desde que los españoles llegaron a bailar su flamenco con los indios.
Me gustaría que alguien volviera a publicar Guerra Nuestra, le digo finalmente a Duque; lo he leído otra vez este fin de semana y es lo mejor que has hecho. No eres tan bueno como Walsh, pero eres bueno, o eras bueno. Lo que digo sale medio en serio, medio en broma, como se le habla a los amigos con cerebro y cojones. Él no dice nada, pregunta quién es Walsh. Yo creo que se hace el loco, que en el fondo él también es alguien que se anima.
Después de leer Operación Masacre, no dejo de preguntarme cuál sería la novela negra y policial de nuestra realidad urbana: Caracas, Venezuela, siglo XX y piquito del XXI. Ahí quedaron El Amparo, el 27 F, Vargas ahogada en su tragedia, el 11 A, la camioneta explotada de Danilo Anderson y un montoncito de fines de semana acuchillados, violados y robados por la mafia, en ese orden. Ahí queda esa serie de crónicas que agrupa sus archivos entre 1996 y 2000 y que espero darme el lujo de publicar más adelante, bajo algún probable sello editorial a mi nombre. Ahí está el esperpento periodístico que ha fabricado la política en la última década, y ahí están también los mismos años de este despropósito de país que –impune– sigue caminando feliz, altivo, militar, empoderado y caradura, con el culo rojo, por laderas de miseria.
Me puse denso. Supongo que eso produce la lectura de la investigación inapelable. Para salir, otra vez las palabras prestadas de Osvaldo Bayer, en honor al hombre que reconstruyó y escribió la Operación Masacre:
"Rodolfo Walsh no existe. Es sólo un personaje de ficción. El mejor personaje de la literatura argentina. Apenas un detective de una novela policial para pobres. Que no va a morir nunca".
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