sábado, 15 de agosto de 2009

Perdí a mi novia en la Puerta de Brandemburgo (II)


En toda la calle no dejan de aparecer las estatuas. Ninguna mira a los paseantes. Todos esos ojos de bronce y granito apelan a un firmamento lleno tambien de dioses muertos. En la gráfica, Carlos Marx mira hacia la Torre de la Televisión con un estusiasmo cansado.

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