
Tú, que no existes,
¿Cómo saber si hoy ha sido un día triste, y no una tristeza que se ha hecho día? Una tristeza que decidió despertarse antes que yo, y que a punta de café se mantendrá despierta hasta que no me duerma.
Una tristeza antisocial y catatónica asilada en mi casa, en mi escritorio, en mis gavetas.
Una tristeza sorda y enmarihuanada. Una tristeza que se la ha pasado todo el día garabateándole bigotes a mis pensamientos.
Una tristeza que me vela el lado izquierdo no dejándome escribir derecho. Una tristeza grave, aguda y quién sabe si también esdrújula.
Una tristeza nudista.
Una tristeza como aquélla que se sienta de primera en las iglesias para ver al clavecín de cerca. Una tristeza hereje y travestida de alegría.
Una tristeza anaranjada, bufa y ojeruda.
Una tristeza que se cree ardilla, que seguramente vive en los pinos y que rebota carcajadas en mis ojos congelados.
Una tristeza asmática, que me hace llorar tinta china y destilar vino por los dedos.
Una tristeza a la que indulto, para que se vaya con un cuervo y se engavete en otro lado.
Una tristeza de nieve que se escapa con mis risas atadas en traílla.
Una tristeza endurecida y astillada que se deshace con el viento.
Una tristeza que no existe, pero que truena, que rechina y que está en vela esperando que me duerma.
1 comentario:
Me gustó mucho (tu) tristeza.
Besos
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