William forrester es un escritor de origen escocés, radicado en new york , cuya novela Avalon Landing escrita en los años 50, se convirtió en un clásico de todos los tiempo. Ganó el Pulitzer, se ganó mucho dinero, le llovieron las mujeres…y la desgracia llamó a su puerta. Desde aquello, no ha vuelto a salir al mundo, ha visto que su Bronx se ha convertido en una barrio pobre, habitado ahora por gente afroamericana, y un buen día arrojan un bolso por la ventana de su casa. Al revisar el bolso, descubre que está repleto de libretas llenas de escritos. Allí cambia todo.
A todo escritor, descubrir a otro escritor, conocer a otro guerrero, es una experiencia estimulante. La soledad se desvanece. Y por eso, William comienza a corregir, comentar y criticar los escritos de Jamal, el muchacho que juega basket y escribe y planea tener una relación con una atractiva chica blanca de la clase alta. El punto está en que la chica y el basket pasan, por esas asombrosas hazañas de la literatura, a un segundo plano. Son objetivos secundarios. William decide enseñarle al muchacho a escribir. Y el muchacho le enseña a vencer el peor de los enemigos que enfrentamos los escritores: la soledad.
Gran escritor Forrester: una sola novela le bastó para marcar la diferencia. Tan grande es que en la biblioteca pública hay numerosos ejemplares…pero hay que anotarse una lista de espera para poder leerla, ya que siempre están los ejemplares en préstamo. Y Jamal accede a la cumbre de los escritores, a su victoria: logra escribir un texto y luego otro y de allí, despega. William puede salir de su infierno y nuevamente (re)conoce la amistad y regresa a Escocia y vuelve a estar en paz consigo mismo.
Dos escritores que encuentran sus victorias, dos escritores que se sientan a escribir juntos, a leer juntos, a charlar juntos. Ambos se redescubren, se reinventan. William deja dos consejos útiles: “si quieres conquistar el corazón de una mujer, debes hacerle un regalo inesperado en un momento inesperado” y Jamal entra al corazón de la chica y también le aconseja “para escribir, no hace falta pensar. Cuando escribas, no pienses. No pienses.”
A todo escritor, descubrir a otro escritor, conocer a otro guerrero, es una experiencia estimulante. La soledad se desvanece. Y por eso, William comienza a corregir, comentar y criticar los escritos de Jamal, el muchacho que juega basket y escribe y planea tener una relación con una atractiva chica blanca de la clase alta. El punto está en que la chica y el basket pasan, por esas asombrosas hazañas de la literatura, a un segundo plano. Son objetivos secundarios. William decide enseñarle al muchacho a escribir. Y el muchacho le enseña a vencer el peor de los enemigos que enfrentamos los escritores: la soledad.
Gran escritor Forrester: una sola novela le bastó para marcar la diferencia. Tan grande es que en la biblioteca pública hay numerosos ejemplares…pero hay que anotarse una lista de espera para poder leerla, ya que siempre están los ejemplares en préstamo. Y Jamal accede a la cumbre de los escritores, a su victoria: logra escribir un texto y luego otro y de allí, despega. William puede salir de su infierno y nuevamente (re)conoce la amistad y regresa a Escocia y vuelve a estar en paz consigo mismo.
Dos escritores que encuentran sus victorias, dos escritores que se sientan a escribir juntos, a leer juntos, a charlar juntos. Ambos se redescubren, se reinventan. William deja dos consejos útiles: “si quieres conquistar el corazón de una mujer, debes hacerle un regalo inesperado en un momento inesperado” y Jamal entra al corazón de la chica y también le aconseja “para escribir, no hace falta pensar. Cuando escribas, no pienses. No pienses.”
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