Gracias
Esa noche nunca entré a los chinos. De hecho no teníamos nada claro. A lo mejor esa sea la única manera de comenzar una noche larga. Haciéndose el desentendido, un poco jugando a la gallina ciega de la movida. Me había quedado sentado en la acera mientras Campos iba a comprar las cervezas. Las bebíamos en la calle los tres –Yavanna, Campos, y yo- esperando que apareciera alguien o que pasara alguien. O simplemente pasando el rato con Yavi a la que teníamos meses sin ver. Pasaron dos, tres soleras, y la cuarta pasó Mary Joe. Y si tres son multitud, con Mary Joe nos convertimos en un puto tumulto. Mary Joe trajo a Negrón. Campos trajo a Marianne. Junior apareció sin que nadie lo invitara. Marianne trajo a Tahnee. Yo traje a Grass. Yavanna trajo a Ro. Y Ro nos terminó llevando a todos. Al infierno. En ese Corolla que hizo varias paradas y equipó la noche con pastillas de colores, una cordillera de botellas de ron y vodka, y más cervezas mientras llegábamos al jardín de Mary Joe, en El Cafetal, con terraza hacia la ciudad tejiéndose. Me dijo Mary Joe que iba poner unas velas para decorar el jardín mientras descargábamos las cosas. El rato llegó Negrón recién bañado y diciendo que se iba dejar de la maldad. Ro le ofreció una cerveza, y Negrón aceptó feliz la contradicción. – Marico, es que Michael Moore destapa todo el peo americano pero con un humor inesperado, eso descentra el debate sabes, lo hace la mismo tiempo trascendente y pop. – Esa vez en Margarita fue increíble, nos quedamos como dos horas mirando el sol reflejándose en la piscina. –Cállate, cállate. – Pana, es que en la Gran Sabana todo es demasiado nátural. A todas estas ya el Junior controlaba desde dentro de la casa la música que nunca llegamos a saber qué era, pero resultó de gran excito en los presentes. Presentes que gracias a pastillas diversas comenzaron a acercarse más y más a los altavoces, porque chamo es que es demasiado real la música. Comenzaron a abandonar el jardín para buscar adentro de la casa el beat que los hacía retorcerse como lombrices felices por todo el piso de la sala.
Corte 1: – ¿Chama, que te pasa?.
– No sé, marica, no puedo mover los brazos.
Corte 2: (estallido de platos al fondo, en la oscuridad no se distinguen sino las voces)
–Mierda, mierda, ¡que bolas que estoy drogadísimo!.
Corte 3: –Coño, coño ¿Quién me está besando?.
Por
Todos los inmigrantes chinos en Venezuela, te puedo decir, el noventa por ciento, vienen todos de las misma provincia del sureste de China. Guandong. No puedo traducírtelo exactamente porque no existe forma. Yo vengo de un pueblo que está en una región que se llama Enping. Llegué a Venezuela cuando tenía siete años. Ahora tengo treinta y dos. Mi nombre sería algo más o menos así: <>. Se escribe así. Pero no existe manera verdadera de escribirlo en el alfabeto latino.
Yo comencé a trabajar en restaurantes a los 14 años. Primero, comienzas como principiante. Si vas a empezar como cocina, tú sólo eres cocina. Pero si vas a empezar la parte de restaurante, o barra propiamente, es otra cosa. Yo empecé trabajando fin de semana, como tomador de pedido para llevar, en la barra. Luego viendo cómo trabajaban los mesoneros seguí de mesonero. En el Mee Nam. Te estoy hablando de 1987, o 1988. Luego me fui a Margarita a trabajar como maitre.
Los nombres de los locales son nombres normales, solo que están escritos en chino. Por ejemplo, Yun Yue significa algo así como El Encuentro. Mee Nam significa más o menos Belleza del Sur, pero tampoco significa eso. Es mas complejo. Y este, el Chef Woo, significa eso: El Chef Woo. Woo es un apellido muy popular en China. Como decir en venezolano El Chef Perez. Más complicado incluso son la ordenes normales. Una ronda se dice: Yi Kua Jiín; cuando piden una cerveza: Yi Chipaikei; y la cuenta es: Mai Taán.
Todas esas figuras que tú vez ahí. Las que tú les dices “altar”. Esos son como los santos chinos, de la religión taoísta. El que está ahí es Pak Cún, que quiere decir: La Raíz. La mujer, la diosa, es Chum Yám, y el de al lado es el guerrero, que cuida el local: Kam Kum. Así como hay gente que pone unos arcángeles para proteger su casa, los chinos tienen a esos santos.
La gente que viene aquí viene porque las cervezas son baratas y la comida es buena, aunque lo que piden no son los platos realmente buenos. Piden arroz frito, pollo agridulce, que si Chop-Suey, y costillitas. ¿Qué platos recomendaría yo? Bueno a mi, personalmente, me gustan los Tallarines con Carne y Mariscos; los Langostinos Horneados con Salsa de Ajo; el Cebollín Chino con Chorizo Chino Salteado; el Pollo Cantonés She Xuang. Todo eso con arroz blanco.
¿De China?
No. Ese menú no es chino. Es de Nueva York.
Su visita
Yo creía que nadie iba a beber a los chinos. Mucho menos a uno que quedara en Montalban III. Al menos nadie que yo conociera se acercaba a un restaurante chino a caerse a cervezas. Claro, luego supe que había unos que llegaban a los chinos del Euba,- sobre todo gente que vivía en la zona- y que buscaba cerveza baratas cerca de la universidad. Pero eran más bien pocos. La gente prefería irse a Birras, o a El León, o los que eran intensos a El Naturista. Típico, existían los bares clásicos a donde iba la gente: El Cordon, la Belle Epoque, y esos. Pero esos eran para más tarde.
Esa noche llegamos todos los del teatro luego de una función. A eso de las ocho. Ya estaban Gaby, Omar, Merlyn, y Leo. Yo venía con Thaís, Jesús Ernesto, y no sé quién más en ese carro rojo y destartalado donde no cabía más gente. Jamás había estado en ese lugar pero eso no me importaba. Era el último día de función y además habíamos tomado canelita en la cabina del teatro. No sé quién llevó la botella pero yo tomé. Y fumé. Estaba emocionada, marica, lo que sea. Cuando llegué al estacionamiento del Euba quería que todos supieran que yo había llegado y que estábamos felices. Me dio por gritar.
¡Gaby puta!; ¡Gaby puta! ; ¡Gaby puta!
No se. Yo se que Gaby no era ninguna puta, pero me dio por ahí. El asunto es que Gaby me miraba con los ojos que le saltaban y algunos se morían de risa. ¿Puedes creer que cuando llegamos al local de chinos eso estaba full? Y nosotros que éramos como veinte terminamos de llenarlo.
Una ronda de cervezas y otra ronda y otra ronda de rondas. Hablábamos o, mejor, gritábamos cualquier tipo de cosas, y en algún momento Leo sacó un CD de esos que ponen en las fiestas. Esos CD de Leo con las mismas canciones de Hector Lavoe. Y nos pusimos a bailar. Creo que toda la culpa la tuvo la ronda de tequilas que pidió Gaby. Esa ecuación acabó con todos nosotros: Tequila + Birras + Hector Lavoe = ¿Chinos?.
En algún momento salimos del local y nos fuimos a un estacionamiento en el mismo Montalbán III. Ya no podíamos pedir tequila, ni más birras, pero de uno de los carros seguía saliendo la maldita voz de Hector Lavoe. Tuvimos que morir con una horrible botella de pasita. Las luces del estacionamiento eran como platillos voladores que venían por nosotros en un campo deshabitado. Creo que era demasiado todo. A esa hora. Tan lejos.
Esa noche nunca entré a los chinos. De hecho no teníamos nada claro. A lo mejor esa sea la única manera de comenzar una noche larga. Haciéndose el desentendido, un poco jugando a la gallina ciega de la movida. Me había quedado sentado en la acera mientras Campos iba a comprar las cervezas. Las bebíamos en la calle los tres –Yavanna, Campos, y yo- esperando que apareciera alguien o que pasara alguien. O simplemente pasando el rato con Yavi a la que teníamos meses sin ver. Pasaron dos, tres soleras, y la cuarta pasó Mary Joe. Y si tres son multitud, con Mary Joe nos convertimos en un puto tumulto. Mary Joe trajo a Negrón. Campos trajo a Marianne. Junior apareció sin que nadie lo invitara. Marianne trajo a Tahnee. Yo traje a Grass. Yavanna trajo a Ro. Y Ro nos terminó llevando a todos. Al infierno. En ese Corolla que hizo varias paradas y equipó la noche con pastillas de colores, una cordillera de botellas de ron y vodka, y más cervezas mientras llegábamos al jardín de Mary Joe, en El Cafetal, con terraza hacia la ciudad tejiéndose. Me dijo Mary Joe que iba poner unas velas para decorar el jardín mientras descargábamos las cosas. El rato llegó Negrón recién bañado y diciendo que se iba dejar de la maldad. Ro le ofreció una cerveza, y Negrón aceptó feliz la contradicción. – Marico, es que Michael Moore destapa todo el peo americano pero con un humor inesperado, eso descentra el debate sabes, lo hace la mismo tiempo trascendente y pop. – Esa vez en Margarita fue increíble, nos quedamos como dos horas mirando el sol reflejándose en la piscina. –Cállate, cállate. – Pana, es que en la Gran Sabana todo es demasiado nátural. A todas estas ya el Junior controlaba desde dentro de la casa la música que nunca llegamos a saber qué era, pero resultó de gran excito en los presentes. Presentes que gracias a pastillas diversas comenzaron a acercarse más y más a los altavoces, porque chamo es que es demasiado real la música. Comenzaron a abandonar el jardín para buscar adentro de la casa el beat que los hacía retorcerse como lombrices felices por todo el piso de la sala.
Corte 1: – ¿Chama, que te pasa?.
– No sé, marica, no puedo mover los brazos.
Corte 2: (estallido de platos al fondo, en la oscuridad no se distinguen sino las voces)
–Mierda, mierda, ¡que bolas que estoy drogadísimo!.
Corte 3: –Coño, coño ¿Quién me está besando?.
Por
Todos los inmigrantes chinos en Venezuela, te puedo decir, el noventa por ciento, vienen todos de las misma provincia del sureste de China. Guandong. No puedo traducírtelo exactamente porque no existe forma. Yo vengo de un pueblo que está en una región que se llama Enping. Llegué a Venezuela cuando tenía siete años. Ahora tengo treinta y dos. Mi nombre sería algo más o menos así: <
Yo comencé a trabajar en restaurantes a los 14 años. Primero, comienzas como principiante. Si vas a empezar como cocina, tú sólo eres cocina. Pero si vas a empezar la parte de restaurante, o barra propiamente, es otra cosa. Yo empecé trabajando fin de semana, como tomador de pedido para llevar, en la barra. Luego viendo cómo trabajaban los mesoneros seguí de mesonero. En el Mee Nam. Te estoy hablando de 1987, o 1988. Luego me fui a Margarita a trabajar como maitre.
Los nombres de los locales son nombres normales, solo que están escritos en chino. Por ejemplo, Yun Yue significa algo así como El Encuentro. Mee Nam significa más o menos Belleza del Sur, pero tampoco significa eso. Es mas complejo. Y este, el Chef Woo, significa eso: El Chef Woo. Woo es un apellido muy popular en China. Como decir en venezolano El Chef Perez. Más complicado incluso son la ordenes normales. Una ronda se dice: Yi Kua Jiín; cuando piden una cerveza: Yi Chipaikei; y la cuenta es: Mai Taán.
Todas esas figuras que tú vez ahí. Las que tú les dices “altar”. Esos son como los santos chinos, de la religión taoísta. El que está ahí es Pak Cún, que quiere decir: La Raíz. La mujer, la diosa, es Chum Yám, y el de al lado es el guerrero, que cuida el local: Kam Kum. Así como hay gente que pone unos arcángeles para proteger su casa, los chinos tienen a esos santos.
La gente que viene aquí viene porque las cervezas son baratas y la comida es buena, aunque lo que piden no son los platos realmente buenos. Piden arroz frito, pollo agridulce, que si Chop-Suey, y costillitas. ¿Qué platos recomendaría yo? Bueno a mi, personalmente, me gustan los Tallarines con Carne y Mariscos; los Langostinos Horneados con Salsa de Ajo; el Cebollín Chino con Chorizo Chino Salteado; el Pollo Cantonés She Xuang. Todo eso con arroz blanco.
¿De China?
No. Ese menú no es chino. Es de Nueva York.
Su visita
Yo creía que nadie iba a beber a los chinos. Mucho menos a uno que quedara en Montalban III. Al menos nadie que yo conociera se acercaba a un restaurante chino a caerse a cervezas. Claro, luego supe que había unos que llegaban a los chinos del Euba,- sobre todo gente que vivía en la zona- y que buscaba cerveza baratas cerca de la universidad. Pero eran más bien pocos. La gente prefería irse a Birras, o a El León, o los que eran intensos a El Naturista. Típico, existían los bares clásicos a donde iba la gente: El Cordon, la Belle Epoque, y esos. Pero esos eran para más tarde.
Esa noche llegamos todos los del teatro luego de una función. A eso de las ocho. Ya estaban Gaby, Omar, Merlyn, y Leo. Yo venía con Thaís, Jesús Ernesto, y no sé quién más en ese carro rojo y destartalado donde no cabía más gente. Jamás había estado en ese lugar pero eso no me importaba. Era el último día de función y además habíamos tomado canelita en la cabina del teatro. No sé quién llevó la botella pero yo tomé. Y fumé. Estaba emocionada, marica, lo que sea. Cuando llegué al estacionamiento del Euba quería que todos supieran que yo había llegado y que estábamos felices. Me dio por gritar.
¡Gaby puta!; ¡Gaby puta! ; ¡Gaby puta!
No se. Yo se que Gaby no era ninguna puta, pero me dio por ahí. El asunto es que Gaby me miraba con los ojos que le saltaban y algunos se morían de risa. ¿Puedes creer que cuando llegamos al local de chinos eso estaba full? Y nosotros que éramos como veinte terminamos de llenarlo.
Una ronda de cervezas y otra ronda y otra ronda de rondas. Hablábamos o, mejor, gritábamos cualquier tipo de cosas, y en algún momento Leo sacó un CD de esos que ponen en las fiestas. Esos CD de Leo con las mismas canciones de Hector Lavoe. Y nos pusimos a bailar. Creo que toda la culpa la tuvo la ronda de tequilas que pidió Gaby. Esa ecuación acabó con todos nosotros: Tequila + Birras + Hector Lavoe = ¿Chinos?.
En algún momento salimos del local y nos fuimos a un estacionamiento en el mismo Montalbán III. Ya no podíamos pedir tequila, ni más birras, pero de uno de los carros seguía saliendo la maldita voz de Hector Lavoe. Tuvimos que morir con una horrible botella de pasita. Las luces del estacionamiento eran como platillos voladores que venían por nosotros en un campo deshabitado. Creo que era demasiado todo. A esa hora. Tan lejos.
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